Tener nuestro propio tostadero, abre la puerta a la experimentación y de eso es de lo que os hablamos hoy en Tardes de Tueste.

Recibimos múltiples visitas: colegios, proveedores, familiares, amigos y muchos clientes. Es bonito ver cómo a las personas al ver el tostadero y al sentir el aroma de los granos de café, les vienen al recuerdo historias que comparten con nosotros.

Un día, un amigo de la familia eboca, nos contó que cuando era más joven, se levantaba primero en su casa, ya que tenía que andar un buen rato para llegar al instituto. Cuando salía de casa, el café no estaba listo todavía, por eso se guardaba unos granos de café en el bolsillo que iba masticando a lo largo del camino.

Esto no era la primera vez que lo habíamos oído y de hecho, muchos en eboca ya lo habíamos probado, pero en eso se había quedado.

Casualmente un día, Pablo (maestro tostador) se encontró con un famoso pastelero de la ciudad de Huesca e intercambiando experiencias, surgió este tema: comer café ¡Qué interesante!

Ambos se pusieron manos a la obra, desde el tostadero, había que currarse un tueste delicado que ablandara al máximo la membrana exterior del grano y potenciara la parte enzimática del grano y desde la pastelería, trabajar en la receta.

La primera capa que cubre el grano, se trata de una gianduja de avellana, inspirada en los típicos frutos secos garrapiñados (una gianduja es un término técnico, pero para que nos hagamos a la idea es un pasta de chocolate con avellana, que sirve para envolver el grano de café).

Esta envoltura, protege los enzimas del grano de café (se oxidan y pierden fácilmente) y además cumple otra función muy importante: la grasa de la avellana, reblandece el grano de café, haciéndolo más fácil de masticar.

El producto se termina con una capa de chocolate en polvo al 70%, que le aporta un toque y una combinación exquisita.

Ingredientes: chocolate, avellana y café.

¿Cómo se hace esto? Bueno, esto no es sencillo. Ya con los granos tostados tuvimos que ir a la pastelería, donde disponen de una máquina que mediante un serpentín por el que pasa agua fría y agua caliente, se va envolviendo el grano y finalmente se pule, quedando liso como una peladilla. Pero a mitad de proceso, vimos esta forma de “cerebrito” y dijimos ¡Ya está!, es perfecto.

La cafeína, es un componente del café que estimula el sistema nervioso, es como gasolina para el cerebro. En eboca, siempre aportamos cafeína a nuestros clientes y de ahí, que los cerebritos sean perfectos. Eso sí, no se preocupen por la cantidad de cafeína, para hacernos una idea, un café se prepara con unos 50 granos.

El resultado: café para comer. Próximamente en eboca...

El resultado ha sido muy bueno. Hemos obtenido un producto diferente de nuestro tostadero, con un toque artesano y delicioso, perfecto para sobremesas. Estamos trabajando en los paquetes y regulando el producto a nivel de información nutricional; pero muy pronto, los cerebritos de eboca, la nueva arma del Capitán Cafeína para luchar contra la mala leche, dará que hablar.

Cerebritos de eboca, muy pronto disponibles.